¿Estrés? ¡No para los súper-humanos!
Como prevenir y gestionar el estrés
El estrés es la enfermedad número uno en el mundo occidental. El estilo de vida que el capitalismo nos hace llevar nos desgasta a ritmo extremadamente acelerado. Intentar hacer frente a todas las situaciones y circunstancias, sin pararnos a respirar, conlleva un desgaste del sistema nervioso que obliga a nuestras suprarrenales a liberar niveles de cortisol muy altos en sangre.
Las suprarrenales son unas glándulas productoras de hormonas con forma de alubia que se sitúan encima de los riñones. Éstas glándulas se encargan de liberar una hormona llamada cortisol. Ésta hormona hace que podamos hacer frente a situaciones concretas de la vida, nos estresa. Pero tenemos que saber y entender que el estrés es bueno… En su justa medida.
El estrés nos llega desde diferentes frentes y hay que estar muy atento si queremos saber llevarlo correctamente, es decir, para que no nos afecte negativamente.
Desde el jefe que tiene mala baba, al compañero de trabajo que parece que no va bien al baño y lo paga con los que tiene a su alrededor, a demasiada carga entre niños/trabajo/casa, problemas de pareja, impactos emocionales negativos con enfermedades, familiares, insatisfacción con la vida que llevamos, mala alimentación y hábitos de vida poco saludables, los cambios de estación y el clima… En fin, existen un montón de situaciones que nos pueden llevar a sufrir de estrés y mal llevarlo.
En una de las anteriores entradas os explicábamos cómo un nivel de estrés elevado durante un largo periodo de tiempo puede afectar negativamente a nuestro sistema nervioso, produciéndonos ansiedad, angustia e incluso principio de depresión. También os hablamos de cómo revertir esa desagradable situación. Hoy os hablaremos de cómo prevenirla.
Tenemos que tener en cuenta que, cuando estamos saturados, cuando los niveles de estrés son altos, tenemos la tendencia a no ver con claridad lo que nos rodea y a no gestionar adecuadamente las situaciones en general. Esto suele conllevar un empeoramiento de la situación, sea cual sea. Pongamos algunos ejemplos.
Si nos peleamos con la pareja y la tendencia es a no hablar las cosas, sino a gritarlas o a echar en cara, con un nivel de estrés mal gestionado, esto suele ser peor, se agrava en el sentido de que no tenemos capacidad para gestionar la reconciliación, así pues, gritamos más o faltamos más y peor al respeto. Por supuesto, la opción de ruptura se pone de manifiesto en estas circunstancias y todo el conjunto agrava todavía más la situación, el nivel de estrés, de ansiedady se ven deterioradas las opciones de mejorar la situación o, en todo caso, en detrimento de nuestro sistema nervioso que no soporta más presión.
Otro ejemplo: Deudas a pagar, sin trabajo, con niños, facturas, la comida… La presión es tal que se hace muy difícil ver soluciones. La mente trabaja automáticamente creando situaciones hipotéticas en que todo llega al colapso, el sistema nervioso refleja estos pensamientos tensándonos aún más. Llega la ansiedad, la depresión, prefieres quedarte en la cama a levantarte a hacer la comida, tu entorno se entristece, a nadie le gusta verte así. Vas al médico, te recetan antidepresivos, te afecta de manera que aplaca tu sistema nervioso para que no te des demasiada cuenta de lo que sucede a tu alrededor… Bueno, no pinta nada bien, ¿verdad?
Pues todo ello es tratable, evitable y llevable. Cuando llegamos a tal extremo, la recomendación será la de leer la entrada sobre “Ansiedad, angustia y principio de depresión”, pues llegamos tarde para lo que aquí explicaremos. Pero si somos capaces de prever los acontecimientos y en lo que pueden derivar, entonces, lee hasta el final.
Existen un tipo de plantas a las que llamamos adaptógenas. Se les pone este nombre porque ayudan al organismo a adaptarse. ¿Adaptarse a qué? Precisamente nos ayudan a adaptarnos a los requerimientos de cada situación. Fisiológicamente lo que hacen estas plantas es hacernos más resistentes a la liberación e cortisol en sangre, pudiendo así sobrellevar niveles elevados de cortisol en sangre por más tiempo, dándonos el margen que en la mayoría de casos marcará la diferencia entre salir airosos de la situación en cuestión o pagar las consecuencias de la mala gestión, normalmente emocional, de susodicha situación.
Potencian el rendimiento mental y físico, la respuesta al estrés y la fatiga, la capacidad mental reducida, la capacidad de respuesta cardíaca y respiratoria, mejoran la producción de serotonina, vamos, lo más de lo más. Como decía, ¡nos hacen súper-humanos!
Las plantas de éste tipo se toman durante dos meses o dos meses y medio. Lo ideal es no sobrepasar este tiempo, básicamente porque dejan de hacer efecto y empezamos a tirar dinero, no por otra cosa. La idea será depender de las plantas adaptógenascuando nuestro organismo lo requiera. El resto de tiempo deberíamos aprender a gestionar emocionalmente nuestro día a día de otro modo. Os recomiendo la meditación.
Sin ningún tipo de duda tenemos que disponer de alguna vía de escape, hay quien se va a correr, hay quien juega a juegos de mesa, hay quien cocina, hay quien medita, pero en todo caso, el hábito de gestionar el estrés a través de un hobby es totalmente necesario.
En todo caso, os dejo con el nombre de algunas de las plantas maravillosas de las que os hablo, para que podáis buscar la información necesaria.
Plantas adaptógenas: Rhodiola, Ashwaghanda, Ginseng Blanco, Ginseng Americano, Esquisandra, Eleuterococo, Astrágalo.
Plantas sedantes: Hipérico, pasiflora, valeriana, melisa, manzanilla, lúpulo.
Todas ellas nos van a ayudar a sobrellevar situaciones en que se nos requiera más, más de lo que sea.
Efectivamente, si vais a tomar cualquier suplemento y estáis tomando medicación farmacéutica, tenéis que consultarlo con el médico.
Salud!
Pau Elias
Naturòpata y Nutricionista
Colegiado Nº 3248 ONC Fenaco